Artículo de Javier Nart, publicado originalmente en elEconomista.es el 10 de agosto de 2016
Al Brexit puede aplicársele el refrán que afirma «del dicho al hecho hay largo trecho». Recapitulemos: primero, los referéndum en Gran Bretaña no son imperativos, sino consultivos. Además, no existe norma alguna que determine cuáles son las condiciones mínimas, tanto de participación como de porcentaje, como sería exigible para validar el resultado. En Gran Bretaña la soberanía no reside en el pueblo? sino en el Parlamento. Y eso es de importancia fundamental ya que?
El establishment político ha sufrido un terremoto: el líder laborista se enfrenta a una rebelión de su grupo parlamentario, el conservador David Cameron ha dimitido? ¡e incluso quien ganó, el populista Nigel Farage, abandona el liderazgo del eurófobo UKIP! Situación insólita, donde perdedores y ganador toman el mismo rumbo: irse.
El Partido Conservador nombrará su nuevo líder el próximo 9 de septiembre y, consecuentemente, se convocará a la ciudadanía a nuevas elecciones. En ellas cada partido incluirá, evidentemente, su posición pro o contra de la salida de Gran Bretaña de la Unión Europea. En consecuencia, el pueblo británico elegirá a diputados con mandato concreto pro o anti Brexit conforme a su programa electoral. Posición que deberán mantener e implementar en el nuevo Parlamento.
Y así la soberanía nacional, el Parlamento Británico, se encontrará sobre los meses de octubre-noviembre con mayoría concreta, ahora imperativa, respecto a su posicionamiento pro o contra la permanencia en la Unión Europea. Esto es, de un referéndum declarativo, donde se mintió al pueblo británico, se pasa a una representación directa. Soberana.
Por ello el actual Gobierno no ha comunicado a la Unión Europea la salida de Gran Bretaña conforme requiere el Artículo 50 del Tratado de la Unión Europea. Y no lo hará hasta que se constituya el nuevo Parlamento Británico? si así procediera. Lo dicho, «del dicho (Brexit) al hecho (Artículo 50 del Tratado) hay largo trecho».