• La eurodiputada Soraya Rodríguez pide, a su vez, al Ejecutivo comunitario lanzar recomendaciones a los Estados miembros para responder a las necesidades específicas de la pandemia

La eurodiputada de Ciudadanos Soraya Rodríguez se ha dirigido a la Comisión Europea para saber si piensa evaluar el estado psicológico de los europeos y lanzar recomendaciones a los Estados miembros sobre las consecuencias de la Covid-19 en la salud mental, dado que los síntomas de ansiedad y depresión y los trastornos del sueño pueden afectar a un 30% de la población general y al 60 por ciento del personal sanitario de primera línea.

Estos datos figuran en un trabajo realizado por la Sociedad Española para el Desarrollo y Estudio de la Psicología (SEDEP) en colaboración con la europarlamentaria de Ciudadanos, ante la creciente preocupación por los efectos en la salud mental de las cuarentenas, el distanciamiento social y la incertidumbre económica que está provocando la pandemia.

En concreto, Soraya Rodríguez pregunta a la Comisión si se plantea evaluar el estado psicológico de la población europea, un estudio que permita realizar recomendaciones a los Estados miembros.  Además, quiere saber si se va “actualizar, integrar y mejorar” la coordinación de la Estrategia de Salud Mental Europea para responder a las necesidades específicas que se han puesto de manifiesto por la Covid-19, y cómo se integrará esa estrategia con las políticas que impulsan gobiernos y parlamentos.

La eurodiputada hace hincapié con estas iniciativas en la necesidad de tomar ya medidas ante los evidentes efectos de esta crisis en la salud mental. “Europa avanza despacio frente a un problema que requiere de respuestas rápidas y eficaces para mitigar los efectos de la pandemia a largo plazo”, argumenta Soraya Rodríguez.

El citado trabajo de SEDEPE y la eurodiputada de Ciudadanos parte del hecho de que se están tomando iniciativas contra la enfermedad física que provoca el coronavirus y las consecuencias económicas de la situación, pero el gran impacto psicológico que se prevé “está quedando en un segundo plano”.

La Encuesta Nacional de Salud de España apuntaba en 2017 que los trastornos emocionales, ansiedad y depresión, tenían una prevalencia cercana al 7%., según se recoge en el informe. A finales de abril de 2020, en pleno confinamiento, estos valores se duplicaron, con prevalencias del 15% en el caso de la ansiedad y del 12%, en el de la depresión. Un estudio del impacto psicológico derivado del Covid-19 (Ausín, B., González-Sanguino, C., Castellanos, M. Á., López-Gómez, A., Saiz Galdós, J., & Ugidos, C.) refleja que más de la mitad de las personas entrevistadas desarrollaron sintomatología depresiva y se sintieron nerviosas, angustiadas o muy tensas. Un 45 por ciento sentía falta de compañía y el 37%, sentimientos de aislamiento. El impacto era mayor entre los más jóvenes.

Si la población en general sufre las consecuencias psicológicas de la pandemia, más aún los profesionales sanitarios y sobre todo los que trabajan en primera línea. Una investigación sobre este colectivo revela que el 46,7% de los participantes indicaban sufrir estrés, el 37% ansiedad, el 27,4% depresión y el 28,9% problemas de sueño (Dosil, OzamizEtxebarría, Redondo, Alboniga-Mayor & Picaza, 2020).

Otro colectivo especialmente vulnerables es el de los niños y adolescentes y entre ellos, los de menor nivel socioeconómico y cultural, que entre otros problemas han sufrido el de perder el ritmo escolar al no tener medios online para seguir el curso desde casa durante el confinamiento. Además, la violencia doméstica es la forma más común de maltrato hacia los niños, que también son comúnmente testigos de violencia de género en sus hogares. La prevalencia de ambos tipos de violencia está aumentando en múltiples países, según relatan las Naciones Unidas (2020b).

 

España: Solo seis psicólogos por cada 100.000 habitantes 

Todos estos problemas que está agudizando la pandemia chocan con un sistema sanitario español que tiene difícil asumirlos, con una media de seis psicólogos por cada 100.000 habitantes. Se está produciendo una gran lista de espera y demora entre consultas, que puede llegar a los tres meses, cuando son tratamientos que necesitan consultas más frecuentes. “Hace falta inversión y sumar recursos”, se afirma en el mencionado informe, que aboga por coordinar e integrar a asociaciones científicas, centros asistenciales, fundaciones, profesionales del ámbito privado y nuevas tecnologías para crear una red amplia y estable a la que recurrir.

Tanto SEDEPE como Ciudadanos-Renew Europa apuestan por una  estrategia nacional y europea, integral y coordinada, que afronte las necesidades actuales en materia de salud mental pero también las futuras mediante una estructura de atención “fuerte y consolidada, con los recursos humanos suficientes”.

Es necesario además que los profesionales de la psicología participen en los organismos de emergencias y en los planes nacionales de actuación; impulsar la asistencia psicológica virtual y remota, para atender a más personas, y diseñar programas especiales de ayuda para los sanitarios, los profesores, los trabajadores de residencias de ancianos y otros servicios esenciales. También es prioritario crear un servicio ininterrumpido y presencial de atención a personas con enfermedad mental severa, y que sean considerados formalmente como servicios esenciales.