Ciudadanos exige a Bruselas rigor científico para el etiquetado nutricional de los alimentos

  • El eurodiputado Jordi Cañas reúne a expertos en la materia y reivindica a la Comisión Europea que antes de decidir una etiqueta común para la UE, realice un estudio a fondo del impacto en toda la cadena alimentaria

Bruselas, 13 de octubre de 2022.  El eurodiputado de Ciudadanos  y portavoz de Mercado Interior y Consumo en el Parlamento Europeo, Jordi Cañas, ha exigido rigor científico para el etiquetado nutricional en los alimentos porque fórmulas como NutriScore, que es una de las más extendidas, dan una mala calificación a alimentos saludables y básicos en la dieta mediterránea como el aceite de oliva o el jamón ibérico. Por ello, es necesario que productos protegidos o con denominación de origen queden al margen de estas clasificaciones.

 

Jordi Cañas ha organizado este miércoles en Bruselas una jornada de debate sobre estas etiquetas ante la intención de la Comisión Europea de presentar a final de año un único sistema de etiquetado para la UE en la parte frontal de los envases. “Pedimos a la Comisión que antes de decir nada realice un estudio a fondo del impacto de una medida así en toda la cadena alimentaria y que cualquier sistema armonizado en toda la UE garantice igualdad de condiciones y tenga una base científica independiente”, ha reivindicado.

 

Bajo el título ‘Dando poder a los consumidores. La reforma del etiquetado nutricional: salud, conocimiento, libertad”, la jornada ha reunido a expertos, investigadores y productores que han debatido sobre cómo mejorar la información que debe recibir el consumidor, pero preservando la libertad para que efectivamente elija y no se le dirija mediante estas etiquetas hacia un producto y no hacia otro. Se trata de informar muy bien sin determinar la elección de los ciudadanos.

 

El eurodiputado ha anunciado que impulsará un manifiesto con las conclusiones de este evento. “Como legisladores, debemos asegurarnos de que la propuesta de la Comisión proporcione información útil y fácil de entender. Pero también que tenga en cuenta las consecuencias de su aplicación: su impacto económico, su impacto en las pequeñas empresas productoras. Por eso, debemos escuchar a los expertos y a las pymes, habitualmente ausentes en las decisiones políticas. Solo de esta forma lograremos un sistema con mejor información para una mejor salud y que tenga en cuenta a la industria”, ha defendido.

 

Cañas ha argumentado que los ciudadanos deben ser capaces de juzgar y comparar la calidad nutricional de los productos de forma cómoda, rápida, y con toda la información necesaria. Además, así se ayudaría a poner en valor el trabajo y esfuerzo que realizan los profesionales del sector agroalimentario, además de mejorar la trazabilidad de los productos.

 

En medio de la discusión se sitúa el sistema NutriScore, uno de los etiquetados más extendidos y que se presenta como una propuesta destacada. Sin embargo, es la demostración de lo difícil que resulta reflejar información nutricional compleja, con criterios justos y proporcionados, en un simple esquema de letras, de la A a la E, y de colores, del verde al rojo. Mientras el aceite de oliva recibe una D naranja y el jamón ibérico y los quesos son calificados con esta misma D o incluso una E roja, hay cajas de cereales o algunos productos ultraprocesados que llevan una A o B en verde. La industria tiene capacidad para camuflar productos de peor calidad.

 

La propuesta del partido liberal es que se tomen medidas adicionales para no discriminar alimentos reconocidos como saludables a pesar de contener un alto contenido calórico, como pueden ser el aceite de oliva u otros productos con distintivo IGP (Indicación Geográfica Protegida) o DOP (Denominación de Origen Protegido), como el jamón ibérico o los quesos españoles, parte fundamental de la dieta mediterránea.

 

Para ello, Cs reclama a la Comisión Europea que exima a los alimentos y productos IGP-DOP de llevar este etiquetado y que se promueva desde edades tempranas el consumo de alimentos tan beneficiosos para la salud como el aceite de oliva. “La dieta mediterránea no es solo una dieta sino una forma de definir quiénes somos, es cultura. Debemos trabajar para que no se produzcan situaciones paradójicas en que alimentos como el aceite de oliva sean vistos como perjudiciales para la salud”.

 

Jordi Cañas ha defendido además que cualquier medida de este tipo tenga en cuenta el impacto en el mercado único y que garantice igualdad de condiciones para microempresas y pymes. En este sentido, ha insistido en que la Comisión tiene que evaluar detenidamente cómo se armoniza la información sobre el origen y la procedencia de determinados productos, que debe ser clara, verificable y no dar lugar a obstáculos comerciales dentro del mercado europeo.

 

Además, se podrían incentivar esquemas de etiquetado adicionales para ciertos productos de valor agregado y cubrir el bienestar animal, la sostenibilidad, la huella de carbono y los aspectos sociales de los productos alimenticios, como la parte del valor que se destina a los agricultores, con el objetivo de empoderar a los consumidores para que tomen opciones nutricionales más sostenibles.

 

UNA DIETA SALUDABLE

 

La jornada ha contado con la una primera mesa de debate sobre qué dice la ciencia sobre esta cuestión, con la participación de Michele Carruba, de la Universidad de Milán, y Ramon Estruch, de la Universidad de Barcelona. Después, Véronique Willems, secretaria general de SME, en nombre de productores locales de Europa, ha tratado las consecuencias de estos etiquetados en el comercio y la economía, y Madalina Balau, de la Danubius University of Galati, y Pietro Paganini, presidente de Competere.eu, han debatido sobre el poder del conocimiento en los consumidores. Han cerrado la jornada Jordi Cañas, Herbert Dorfmann (EPP) y Goergios Kyrtsos (Renew Europe) con un debate qué acciones políticas se deben seguir.

 

Pietro Paganini ha recalcado que es prioritario que Comisión y Parlamento investiguen y elaboren normativas actualizadas en vez de poner las miras en el pasado, porque NutriScore representa a su juicio ya el pasado. “El problema de la nutrición no es lo que comemos, sino el cuándo, cuánto, cómo, qué estilo de vida y que costumbres tenemos cuando comemos”.

 

Michele Carruba ha apuntado que más del 50% de la población europea tiene un peso no compatible con la salud. “Podemos hablar de epidemia”, ha resumido. Ha defendido la dieta mediterránea, cuyos beneficios están probados y que se conecta con una vida más saludable y larga. Ha apostado por mejorar la información al consumidor, pero por promover dietas saludables más que alimentos calificados de saludables o no según las calorías, la sal o el azúcar que aportan.

 

Desde la Universidad de Barcelona, Ramón Estruch ha incidido en que no todas las grasas son perjudiciales. Ha citado un estudio que demostró que aquellos consumidores que siguieron una dieta mediterránea suplementada con aceite de oliva o frutos secos mostraron un 30% menos de posibilidades de morir de ictus u otras enfermedades cardiovasculares. Estas cifras aumentan hasta un 60% en el caso de quienes siguen una dieta mediterránea bien hecha. “No hay ningún medicamento que tenga un efecto cardiovascular como el que tiene la dieta mediterránea”, ha sentenciado.

 

Véronique Willems, secretaria general de SME, en nombre de productores locales de Europa, ha recordado que la mayoría de empresas de Europa tiene menos de 10 trabajadores y ha pedido estudiar bien esta decisión de las etiquetas por sus efectos en las pymes, que pueden tener muchas dificultades para cumplir con lo que se les exige. Ha advertido de que sistemas como NutriScore califica peor a los productos naturales que a otros procesados y que se pueden ver perjudicados miles de productores.

 

El eurodiputado de Renew Europe Georgios Kyrtsos ha mostrado sus “fuertes reservas” al sistema NutriScore. El europarlamentario, que ha participado en el último debate sobre el papel de los legisladores en la implementación del sistema en la UE, ha criticado que ese sistema prioriza “las oportunidades de mercado a la salud”, lo que desalienta a los consumidores frente a dietas como la mediterránea “que nos permite mejorar nuestra calidad de vida y aumentar nuestra longevidad”.